sábado, 25 de agosto de 2007

¡Señorita y no por gusto! (Colaboración de Macglobia)

Nunca entendí la diferencia entre los términos “señora” y “señorita”, bueno, la verdad es que sí, pero nunca supe si estaba en lo correcto. Para mí las señoras eran mayores y las señoritas más jóvenes, independientemente de su estado civil. Es decir, no puedo concebir que una muchacha de quince años sea una señora aunque esté casada y tenga hijos. Menos aún que una dama entrados los setenta, sea una señorita, aunque nunca haya estado casada.

Lo cierto es que las señoritas se ofenden si son llamadas señoras, pero nunca sucede lo contrario. Debo confesar que he sentido cierta estupefacción cuando he sido llamada “señora” por gente que es incluso mayor que yo (que aún me falta para llegar a los treinta). Por eso he optado por llamar a cualquier mujer cuyo nombre no conozca (o con quien no tenga la suficiente confianza como para tratarle por su nombre de pila), simplemente “señorita”.

En una ocasión me mandaron a llevar unos papeles a “Juliana”, así a secas, no a la “Doctora Juliana” ni a “Doña Juliana” ni a la “Licenciada Juliana”. Sólo “Juliana”. De más está decir que yo no conocía a la persona en cuestión, ni siquiera conocía su apellido, tampoco su cargo. Yo tenía que solicitarla en su oficina y entregarle los dichosos papeles en sus manos. Así que opté por solicitar a “la Señorita Juliana”.

La cara de la recepcionista fue un poema cuando le pedí hablar con la Señorita Juliana. “¡¿Con quién?!” me preguntó con tal asombro que creí que me había equivocado de oficina. “Con la Señorita Juliana, por favor” y ella cayó en cuenta “¡Ah con Juliana! Sí, claro, pasa”.

Al ver la cabellera totalmente blanca de Juliana, logré entender la sorpresa de la chica de la recepción. Aún así continúe hasta el final sólo para ver qué sucedía:

“Buenas tardes, Señorita Juliana, mucho gusto. Vine a traerle la información que solicitó al departamento de Comunicaciones”. Ella se sonrió y me dijo “Gracias... por lo de Señorita”. Yo me quedé con las ganas de responderle algo, pero me fui, pensando que si se me hubiese ocurrido llamarla “señora” se habría olvidado de sus setenta y tantos años y me habría dado una patada digna de Bruce Lee.

3 comentarios:

Ricardo dijo...

la gallina es señorita hasta que no tenga pollitos.
-cultura popular.

Anónimo dijo...

Bueno, en realidad yo tampoco se cuando decirle a una mujer señorita o señora, de hecho una vez estaba en una heladeria y le dije a la persona que me atendia señora (le calculo yo como 30-35 años) en ese momento su compañera le dijo: ''te vio cara de vieja'' y yo simplemente le dije ''no te conozco por eso te llamo señora''

Rutas Latinas dijo...

Club de los que no entienden: 1.deberemos llamarlas señoritas aun y cuando parezcan bisabuelas.
2.mejor seguir la corriente de quienes le rodean, o te patean por llamarlas señoras, o lo hacen por llamarlas señoritas, por qué, sólo ellas lo saben.